Viviendo un Sueño!
Historia del Origen del Hotel

Herta y Waldemar en el balcón
En algún lugar en el interior de cada ser humano yace una determinación, un sueño, un deseo vital no realizado. No todos, pero muchos, lo podrían volver realidad. Algunos lo hacen. Nosotros también. Es así como se originan pequeños paraísos como por ejemplo nuestro Hotel Resort Cristal Ballena.
Para nosotros es un lugar especial. La vista descansa sobre el Pacífico infinito que de forma incesante acaricia la playa. La vista descansa sobre las verdes islas frente al hotel. A la espalda, las altas montañas ofrecen el contraste ante la inmensidad del océano. Las plantas y las flores, el aire cálido, las mariposas multicolores, los colibríes y los tucanes expanden la elegancia tropical.

Nuestra dulce colina

Preparación para la ceremonia
Todavía hace pocos años esto era un potrero para ganado. Siglos atrás, este corte en el paisaje, entre la costa y las montañas, figuraba para los indios como un bastión sagrado contra los espíritus de los montes. Con cantos, oraciones y ritos debieron apaciguarse esas fuerzas. Los curanderos cultivaron aquí plantas medicinales. Esta fue la conclusión a la que llegó un conocido profesor y líder indígena a partir de la mezcla de plantas medicinales especiales encontradas en las praderas en torno a nuestro Hotel. Tal vez -consideró él-, los conquistadores españoles ocuparon en forma violenta este lugar y acabaron con ese culto. En una ceremonia festiva él devolvió la armonía y la paz al lugar que una vez fuera profanado brutalmente.
Puede ser que hubiese sido diferente. No lo sabemos. No obstante, desde un comienzo sentimos que en este lugar habitan la fuerza y la energía.
¿Qué fue ese comienzo, cuándo y porqué se dio? Esto nos lo preguntan a menudo amigos, visitantes y huéspedes. ¿Cómo se les llega a ocurrir a un notario pensionado y a su esposa escritora, ambos de Salzburgo, Austria, lo de instalarse aquí en el sur de Costa Rica y construir un hotel?
Para los impacientes tenemos una respuesta corta y un igualmente corto mensaje: hemos realizado un sueño y para ello nunca es demasiado tarde. Para aquellos que se quieren tomar algo más de tiempo, contaremos nuestra historia de una forma más detallada.
Cocodrilos y el gusto por ayudar

Atravesando un río
En 1992, después de un congreso de notarios en un suave y accidentado paisaje austríaco, el Südsteiermark, visitamos a un amigo practicante de la agricultura natural. Klaus nos persuadió de una visita a Costa Rica. En realidad, Waldemar no quería, ya que todo le parecía muy primitivo. Sin embargo, Herta estaba entusiasmada con la fotografía aérea del terreno donde está hoy nuestro Hotel Resort Cristal Ballena. ¡El terreno tenía forma de corazón!
Herta estaba convencida de que eso era un mensaje para nosotros. Fue amor a primera vista y, a toda costa, ella quería conocer ese terreno. ¿Quién no conoce ese eterno jueguito, cuando el hombre tiene sus reservas y la mujer está entusiasmada?, ¿qué ocurre? Al final del año 1992 viajamos a Costa Rica, acompañados por Gertrude, la hermana de Herta.

Estado de la calle durante la estación lluviosa
Eso no fue hace mucho tiempo. Sin embargo, todo era muy diferente. Nos habíamos hecho a la idea de una aventura y de condiciones muy sencillas. ¿Cómo así? El hoy en día moderno aeropuerto internacional en San José (Alajuela) nos saludó entonces con sus modestas instalaciones. ¡Y las calles! Aún recordamos cómo teníamos que buscar las partes menos profundas en los ríos y corrientes de agua que atravesaban las calles, para poder cruzarlas con nuestro carro. En dos ocasiones el agua nos llegó hasta el parabrisas y fue Herta, valiente, la que se fue andando a sondear su profundidad. Si el agua llegaba “sólo” hasta los muslos, entonces nos atrevíamos a continuar nuestro viaje. Con el agradable estremecimiento de estar siempre acompañados por peligros superados nos acordamos, todavía hoy, de nuestros ataques de miedo cuando de repente se nos venía a la mente que en los ríos también viven los cocodrilos.
A menudo nos quedamos atorados en los huecos de las calles o en el barro, o bien varados con otras averías. Todo lo malo tiene su lado bueno. De ese modo conocimos un lado especialmente agradable de Costa Rica, a saber la amabilidad y el gusto por ayudar de la gente. De forma natural vinieron hacia nosotros a ayudarnos. En una ocasión, con una avería en un neumático, un conductor se detuvo, tomó la herramienta de nuestra mano y nos cambió la llanta. Después nos dio su tarjeta personal. Se trataba de un colega de profesión, un abogado.
El “virus Costa Rica”
Nuestro primer hospedaje. Muy sencillo, nos lo habíamos imaginado algo más confortable. La cabina de nuestro amigo Klaus en Playa Uvita nos ofrecía un techo sobre nuestras cabezas y camastros sobre la arena. Bajo los camastros trepaban incontables cangrejitos. De las latas del techo nos caían, herrumbradas, las gotas de agua condensadas. El servicio sanitario quedaba a 40 metros. No había electricidad.
Pero incluso esa vida tan, tan sencilla, era un regalo. De ese modo estábamos muy cerca de la naturaleza y de las cosas importantes. El sol, la lluvia, las mareas, el día y la noche o bien una comida recién preparada adquirían especial significado. Aprovechábamos el día disfrutando las estupendas sensaciones desde el amanecer hasta la llegada de la abrupta noche tropical.
Nos íbamos temprano a dormir para aprovechar la fresca mañana. Era, en realidad, “Pura Vida”, como bien lo declara el bello saludo costarricense. En forma desapercibida pero continua nos contagiamos del “virus Costa Rica”. Este nunca más nos abandonaría.
Un sueño en el avión

Herta escalando los largos 15 metros
Pero aún estábamos en Salzburgo, en medio de la vida “normal”. Waldemar como notario, Herta como ama de casa y escritora. Seguridad y bienestar, ¿qué más se desearía en realidad? Para nosotros eso era más que una pregunta retórica. De hecho nosotros queríamos más aún. La perspectiva de una pronta jubilación no era seductora -los notarios austríacos pueden trabajar hasta los setenta años-. ¡Claro que la vida tendría más que ofrecer!
Nosotros estábamos abiertos a lo nuevo.
¡Es más posible de lo que creo! Después de caminar sobre 12 metros de brasas, después de trepar un alto mástil de 15 metros y de saltar desde allí hasta el igualmente alto trapecio, a 3 metros de distancia, se tiene seguridad de ello. ¡Claro que se puede! “Sólo” es necesario hacer realidad el sueño de su vida.
De los muchos seminarios, entre otros con el conocido experto motivacional Anthony Robbins, de los Estados Unidos, aprendimos a valorar en particular la comunidad con personas que buscan, que aprenden de ello y que viven intensamente. Claro que sería hermoso volverse viejo estando rodeado de tales personas positivas. En 1999, volando de vuelta de uno de estos seminarios en Hawaii, la meta apareció, de pronto, clara ante los ojos: la decisión fue tomada. ¡Construiríamos un centro para seminarios en Costa Rica!

Waldemar de pie sobre el alto mástil de 15 metros y saltando por los aires al trapecio
La continuación de la aventura

Antes un pastizal para ganado – hoy un parque tropical
En el año 2002 pudimos inaugurar el restaurante con la piscina. En el 2003 construimos nuestra casa de habitación, en el 2004 el hotel. Desde inicios del 2005 somos hoteleros recién sacados del horno. Todo esto en una edad en la que otros hace rato que se han dedicado a descansar. En esta tercer carrera no teníamos ni formación profesional ni experiencia, pero en su lugar teníamos mucho optimismo, energía y el valor de realizarlo, cosa en la que creemos.
Cada día ofrece un menor o mayor desafío por vencer. De allí podemos aprender muchas cosas nuevas, con lo que esta nueva etapa de nuestras vidas se ha convertido en la continuación de la aventura.
Con gran alegría hemos plantado 600 árboles en torno al hotel, el cual se ha convertido en un parque tropical. Estamos orgullosos de nuestras exóticas y encantadoras palmas del viajero. Han sido construidos caminos y pequeños sitios de esparcimiento. Tómese su tiempo y dése un paseo por el vasto terreno, deténgase un rato en los lugares pensados para eso y no haga nada más que dejar que el lugar le aporte sus efectos e impresiones. Vale la pena.
El camino es el objetivo

La vía principal antes de convertirse en calle asfaltada
El Hotel Resort Cristal Ballena se ha convertido en un bello hotel. Nuestros huéspedes se sienten bien y eso nos alegra mucho. No obstante, todavía no es un centro para seminarios, como se había planeado al inicio. Eso llevará su tiempo. Pero el camino es el objetivo. Y con alegría conocemos en nuestro hotel, una y otra vez, gente abierta. En las tibias noches tropicales se desarrollan, a menudo, conversaciones divertidas, profundas y muy intensas.
Herta y Waldemar Steiner